martes, 23 de agosto de 2011

Historietas de findesemana


foto: parte de las 39 niñas en el zoo.


SÁBADO 20 DE AGOSTO

Esta mañana Sister Margaret nos la ha dado libre, así que Ruth y yo hemos ido a Chippi Chowl, en Buleshwar, en tren, donde Sister Yoti me había dicho podría encontrar lazos para mi pequeño bussiness. El billete nos ha costado Rs 4, y como siempre pasa en los trenes en la India, hemos tenido que montar deprisa y bajar deprisa, aunque luego nadie se quede en el andén. Las puertas del tren no se cierran, de hecho, no estoy segura de si hay puertas, así que por muy lleno que vaya un vagón siempre pueden ir 5 ó 6 personas semi fuera, agarradas a las barras.
Nos hemos bajado en Mideji, y en la misma estación, hemos preguntado al primer policía que hemos visto, pero no nos ha ayudado nada. Así que hemos ido tirando, y preguntado una vez en la calle. Encontrar el sitio no ha sido fácil, pero andar de más no es un problema porque siempre hay cosas nuevas que ver. Por ejemplo, de repente nos hemos encontrado con el templo hindú, Mumbadevi, en el que había mucha gente haciendo cola para entrar. Este templo es muy antiguo, -se dice que fue construido en 1675- y está dedicado a la diosa Mumba, la encarnación local de Devi (Diosa Madre), patrona de los kolis (pescadores) y agris (recogedores de sal), habitantes originarios de las siete islas de Bombay (gracias wikipedia). En la entrada, había hombres preparando cestitas con ofrendas para los dioses, que vendían baratas. Uno de ellos nos ha increpado, y al principio no sabíamos si entrar o no, porque si nos increpaban era porque querían sacarnos dinero, no porque quieran que dos extranjeras vean lo chupi que es su templo, eso está claro. Entonces le he preguntado al tipo que how much, y como la cestita más barata eran Rs 30 (30 rupias= 0,50 €), hemos entrado. Luego Ruth, la nueva cooperante alemana, me ha dicho que creía que también sin ofrendas se podía entrar. Seguro, pardilla de mí. Pero bueno, ahí hemos entrado, después de pasar el control policial (cacheo, enseñar el contenido del bolso, como si fuera aquello la frontera con EEUU, sólo les ha faltado tomarnos las huellas), con nuestra cestita que contenía: un coco pequeño, una flor naranja, unas bolitas blancas dentro de un plástico, y un mantelito rojo con símbolos hindúes brillantes. Vamos, todo muy kitsch. Sin saber muy bien qué hacer ni dónde ir, hemos seguido a la gente. Y ahí hemos ido a parar frente a la gran estatua de la diosa Mumba, ante la cual la gente se arrodillaba uniendo palmas de las manos para saludarle. Siguiendo el recorrido nos encontramos con un sacerdote que nos ha cogido la cestita, ha cortado el coco por la mitad y nos la ha devuelto. Al salir de ese circuito había otros hombres que se dedicaban a dar de beber una cucharita con un líquido blanquecino con unas hojitas verdes y a poner el doti rojo en la frente. Después, ha dicho unas palabras para rematar nuestra purificación, que no hemos entendido bien, algo así como “money, money”, pero ya digo, que como no le entendíamos, nos hemos ido (jujuju).
Purificadas después de beber ese mejunje y con el puntito rojo en la frente, hemos seguido buscando la tienda donde yo tenía que comprar los lazos, “Raj sons” (los hijos de Raj, por lo visto), en el número 66 de Samseth Street. Después de mucho andar y preguntar, hemos encontrado a los hijos de Raj, en la primera planta, y he comprado bastante material.


DOMINGO 21 DE AGOSTO


Hoy Ruth y yo hemos visitado el Prince of Wales Museum, (oficialmente Chhatrapati Shivaji Mharaj Vastu Sangrahalaya) por la mañana. También hemos ido en tren y bajado en la estación de Victoria, imponente. De camino nos hemos encontrado a un grupo de turistas y uno de ellos, muy gracioso, nos ha empezado a hablar, a preguntar de dónde éramos. Por su acento parecía español, pero era rumano. En el museo hemos visitado la sección de historia natural (animales disecados principalmente), y otras de escultura, pintura y arte nepalíes y tibetanos de carácter religioso, fechadas entre los siglos VII y XVI. Luego hemos comido en el Mc Donald’s, un spicy chicken wrap meal. Hemos vuelto al Hostel en taxi, porque a las 16.00h teníamos que ir al zoo con las niñas, y no teníamos mucho tiempo. Lo del zoo ha sido una aventura, claro, para ellas, y un reto para nosotras. Llevábamos a 39 niñas, y aunque el zoo está muy cerca de Regina Pacis, (pasando la estación), hay que cruzar la carretera. Sister Givanty nos ha acompañado a la ida, para que no nos cobraran la entrada por venir de un internado para niñas “pobres”. Hemos entrado pues, las 39 niñas, Ruth y yo, gratis al zoo. Hemos visto elefantes, cocodrilos, hipopótamos, monos, muchas especies de pájaros, ciervos… Yo intentaba contar todo el rato a las 39, y que no se separasen, pero lógicamente ellas no lo ponen fácil. Por eso, la traviesilla del grupo se perdió, y la encontramos al de 10 minutos llorando. ¡Ay Komal, Komal…!.Y así hemos acabado el día, cansadas, pero habiendo visto un montón de cosas.







jueves, 18 de agosto de 2011

Anna Hazare y los "indignados" indios contra la corrupción

Como viene sucediendo en muchos países últimamente, incluido España, la gente piensa, habla, protesta, y pide, ante gobiernos incompetentes.

Así, la sociedad india está rebelándose desde hace meses contra la corrupción que existe en su país.
Algunos, casos de notoriedad pública como en el que se vio involucrado el primer ministro Manmohan Singh, el año pasado, por la concesión de licencias de telecomunicaciones millonarias de forma fraudulenta y por otros casos relacionados con los preparativos de los Juegos de la Commonwealth que se celebraron en 2010; otros, simplemente asumidos a la vida cotidiana de la sociedad india, por ejemplo, la corrupción del cuerpo de seguridad vial. Me explico: en India, o por lo menos, en Mumbai donde yo estoy, por todos es sabido que si te para la policía por alguna infracción mientras conduces, puedes hacer dos cosas, aunque todo el mundo haga la última: pagar la multa que corresponda, o bien soltarle un billetito –de menos cantidad que lo que costaría pagar la multa- al agente de turno, y aquí no ha pasado nada. De esta forma, las dos partes salen ganando. Y así, muchas más situaciones en las que se vulnera la ley. Además, la ley es muy permisiva y no castiga debidamente este tipo de delitos.

Es por esto que Anna Hazare, activista anticorrupción de 74 años, exige al gobierno que cambie las leyes y endurezca las penas para los casos de delitos por corrupción, y no ha dudado en declararse en huelga de hambre para conseguirlo, inspirándose en la lucha no violenta del líder patrio por excelencia, Mahatma Gandhi.

Pero claro, las autoridades no pueden dejar que la gente exprese sus ideas libremente, que critique su sistema, que denuncie, que pida. Para algo se inventó la censura. Así, el día que Anna Hazare fuera a empezar con su huelga de hambre, fue detenido (como Gandhi lo fue tantas veces). Pero calcularon mal, y consiguieron al efecto contrario: la gente se echó a la calle para pedir su liberación y expresar apoyo a su causa. Más de 1.600 manifestantes fueron detenidos ese día en Nueva Delhi. Las protestas se extendieron al centro financiero de Bombay y a Bangalore, así como a otras grandes ciudades de India.

El abogado y colaborador de Hazare, Prashant Bhushan, habló sin embargo de al menos 2.000 detenidos y dijo que Hazare había comenzado una huelga de hambre esa mañana durante su detención. Además, expresó que las protestas continuarán y convocó para el día siguiente una marcha desde la Puerta de la India hasta el Parlamento.

Por su parte, la oposición exigió que los detenidos sean liberados inmediatamente así como un debate ante el Parlamento sobre el arresto, acusando al gobierno de infringir el derecho a manifestarse libremente.

El pasado mes de abril, Hazare ya captó la atención nacional por realizar una huelga de hambre de 98 horas, con la que consiguió que el Parlamento indio aceptara que miembros de la sociedad civil participaran en la redacción de un proyecto de ley que endurecía la legislación anticorrupción. Pero decidió retomar el ayuno al encontrar que el nuevo texto era demasiado laxo.El proyecto de ley estipula que los ciudadanos indios podrán denunciar ante un mediador casos de corrupción que impliquen a funcionarios o ministros del gobierno central, quienes están protegidos por la actual legislación.

Y como no, ella lo ha vuelto a hacer: Sister Margaret se atreve con todo, el otro día el sexismo y los matrimonios “arreglados”, y hoy ha tocado política. Por eso, hoy ha aprovechado bien la media horita que está con las niñas y han rezado por Anna Hazare y la gente que lucha por su causa. Primero ha empezado diciendo que rezarían por la paz en el país, y entonces he pensado que a lo mejor su discurso sería neutro y “light”, sin posicionarse claramente a favor de la lucha ciudadana. Pero no, no ha decepcionado, seguido ha explicado resumidamente lo que está pasando, haciéndoles ver que es una lucha por una causa justa,y han cerrado todas los ojos, y rezado por este líder pacifista y sus seguidores.

Yo también he deseado que tengan fuerza para seguir, y que consigan sus objetivos de forma pacífica dando una lección a su gobierno y al mundo.

sábado, 13 de agosto de 2011

“You can change the world GIRLS!”




Noticia del día: “Mujer aborta un feto de sexo femenino de 6 meses, y lo saca del hospital en una bolsa de plástico ayudada por el doctor que ilegalmente le había practicado el aborto”.

Para entender esta noticia, es necesario saber lo siguiente: en la India, las ecografías son ilegales, porque sirven para determinar el sexo del bebé, y si es femenino, la intención de aborto es más que probable. Esto es debido a que por tradición, a la hora de casar a sus hijas, son las familias de ellas las que deben pagar la dote a la del marido y al susodicho, por lo que si la familia es pobre, no podrá casar a sus hijas o las “malcasará”. Así pues, una familia que tenga más hijas que hijos, saldrá perdiendo, y si solo tiene hijas, será una desgracia porque se arruinará, endeudándose para poder pagar la dote. Ante esta situación muchos futuros padres quieren saber el sexo del bebé antes de que nazca, para que si es niña, puedan abortar. E ilegalmente, así ocurre, se llevan a cabo muchos abortos de lo que fueran a ser niñas. El último caso es este que menciono, que por lo menos ha sido denunciado públicamente. A este problema (¡para empezar, impedimentos para venir al mundo!), hay que sumarle, como una consecuencia del mismo, que los padres no ven el sentido a invertir en educación de sus hijas. ¿Para qué, si probablemente acabarán siendo amas de casa, y si trabajan el dinero que ganen quedará en la familia de él, y por lo tanto, esa inversión no será sino una pérdida?

Con respecto a este asunto, la Hermana Margaret, ni corta ni perezosa, no duda en hablar de ello a las niñas. Al día siguiente de que saliera la noticia, en la media hora de su clase, dijo que sólo se quedaran las que tuvieran más de 14 años, y a ellas les habló. Les hizo, primeramente, entender porqué había abortos de niñas (pura economía), después, ver qué gran injusticia es, y finalmente, inspirarles confianza en sí mismas, que se crean capaces de cambiar su futuro de sumisas amas de casa después de que su familia les haya encontrado un marido (por si el hecho de que te elijan la persona con la que vas a tener que pasar el resto de tu vida fuera poco, encima tienen que pagar). Les animó a estudiar, a graduarse, a luchar por un futuro laboral digno, a ser independientes y a pensar por sí mismas, a no dejarse maltratar. Así, pudimos saber que muchas de las niñas que están en el internado de Regina Pacis han tenido que plantar cara a sus familias para poder estudiar y no ser empleadas como limpiadoras, cocineras o cuidadoras a su edad.

Enterarse de estos casos, que llevan nombres y apellidos de niñas con las que trato todos los días, y escuchar a una religiosa de 77 años dándoles esta charla reivindicadora de unos derechos que en este país todavía están por conquistar para las mujeres, con tanta firmeza y ciertas pinceladas feministas, me emocionó (ese tipo de emoción cargada de rabia que se traduce sólo en espíritu de lucha -no sentía lo mismo desde el 15-M, cuando muchos empezamos a rebelarnos contra una serie de injusticias, de otro tipo, en nuestro alicaído país-).

Esta Sister se está convirtiendo en mi heroína, pues me voy enterando de sus hazañas que con modestia cuenta, como mediadora en situaciones de maltrato, poniendo orden y haciendo justicia, no sin la ayuda del respeto que le otorga su hábito. Y lo bueno que yo no sabía hasta que vine aquí, ¡es que como ella hay más!

Hay esperanza, pues, para estas niñas, si escuchan y captan el mensaje que les da su querida Sister: "You can change the world GIRLS!".

domingo, 7 de agosto de 2011

BUSCANDO

foto: Sister Margaret y su trabajo, vida, y pasión: las niñas.


En la India, la religión es el pan de cada día, aquí todo el mundo tiene fe y la practica: católicos, musulmanes, e hindúes, principalmente. En el fondo, al ver estas 3 religiones convivir y ser practicadas en un mismo entorno, por gentes que son iguales en raza, muchas costumbres y forma de vida, pienso que rezan a un mismo Dios, que simplemente adopta diferentes formas. Y muchos son conscientes de ello, de ahí el respecto que existe de unas religiones hacia otras. Por ejemplo, las Hermanas, allá donde van, son tratadas con especial respeto por todo el mundo. En el mismo “boarding” de Regina Pacis, las sisters enseñan mitología hindú, a niñas católicas, hindúes y musulmanas. A la hora del rezo, también lo hacen todas juntas, y en frente de la catedral hay una mezquita más pequeña, con un templo hindú a su izquierda.

El otro día hablando con una Hermana, nos contaba que llevan recibiendo voluntarias desde los años 70, y que muchas vienen buscando algo además de apoyar el proyecto social de Regina Pacis: vienen buscándose a sí mismas, buscando paz, buscando a Dios… En ese momento me pregunté: ¿he venido también yo, inconscientemente, buscando algo de eso?

Sabía que esta experiencia va a ser vital, que me va descubrir cosas de una realidad, de una cultura, de un pueblo, y que voy a dar y a recibir, pero siempre enfocado a la interactuación con la realidad y con los demás. Entonces ¿es posible que haya venido tan lejos para encontrar algo dentro de mí? ¿Acaso sólo es posible en un contexto como este?

Hoy hace un mes que estoy en la India, y ya puedo decir que he “experimentado” cosas. No sabría cómo explicarlo, yo misma no lo entiendo muy bien, y a la vez me asusta. Voy a ser más concreta y pondré un ejemplo: entre todas las religiosas y religiosos que he conocido en este tiempo, que son muchos, entre Bombay, Nashik, Delhi, Jagaria y los pueblitos, me han transmitido algo que nunca hasta ahora había sentido, y es la entrega de la vida propia a una causa bondadosa y justa, pero con una actitud de alegría y serenidad sabiéndose en “el buen camino”, fuente de su felicidad. Así, veo que para Sister Margaret, su trabajo, su vida y su pasión son la misma cosa: la educación y el bienestar de las niñas y jóvenes de Regina Pacis. Da su vida (su tiempo y su libertad –ordenándose religiosa-), su trabajo (sigue dando clases con 77 años, y nunca deja de pensar cómo mejorar, qué más hacer por su proyecto social y educativo, además, fue quien consiguió medios para abrir el colegio) y su pasión (ama a las niñas, palabras textuales: “te roban el corazón”). Y todo esto, fuente de o teniendo una relación directa con su devoción católica.
Cuando la escucho hablar de lo que ha hecho, de cómo lo ha vivido, qué le movió a ello, con toda humildad y naturalidad sobre una obra tan importante, tengo la sensación de que ella ha descubierto algo, que sabe algo que yo no, siente algo que a mí no me ha tocado. Algo muy profundo y muy importante. Y es inmensamente feliz por ello. Lo reconozco, muchas veces, me da envidia.

Pues yo seguiré buscando, sin saber muy bien qué, un poco a tientas pero de la forma adecuada: con el corazón y la mente abiertos. Y si encuentro a Dios (o Él me encuentra a mí, como dicen los creyentes que sucede), lo asumiré.

De momento, ya estoy infinitamente contenta con lo que estoy encontrando por este camino de 3 meses que he emprendido aquí.

Cierro esta entrada al blog con una frase que vi el otro día en una Iglesia (aquí, las Iglesias, cada poco tiempo cambian las frases que exponen en unos paneles, de cara a la calle, para que todo el mundo las lea, y nos haga reflexionar): “You are rich when you are satisfied with what you have” (Uno es rico cuando está satisfecho con lo que tiene).

jueves, 4 de agosto de 2011

Y sigo contando sobre el viaje: visita a las casas de las RMIs en Gujarat y Delhi.

(19/07) Hoy hemos vuelto a Regina Pacis después de 4 días fuera. Las niñas nos han recibido muy bien, contentas de vernos…Lo malo es que mañana volvemos a salir de viaje a Gujarat, para luego ir desde allí en tren a Delhi. Claro que queremos conocer el país, sacar fotos y un poco de “turisteo”, pero las niñas son las niñas. Y sobre todo para las cooperantes a las que menos tiempo les queda aquí…

(20/07) Al día siguiente salimos a Gujarat, madrugando también para coger el tren de las 5. Han sido 5 horas y media de viaje, que nos hemos pasado la mayor parte durmiendo, o intentándolo. Al llegar ya había una Hermana esperando en la estación. Nos ha llevado a la casa, que también es internado, ¡donde viven 200 niñas, con sólo 5 religiosas! Después de haber comido y descansado, una de las Hermanas nos ha enseñado el recinto, y en el gran patio que tiene, hemos estado bailando un buen rato con las niñas. Primero han sacado unos tambores y panderetas y se han puesto a tocar, mientras el resto se animaba bailando, y cada vez eran más. Formaban grupos, agarrándose por la cintura y moviendo los pies en unos pasos bastante simples. Luego nos ha tocado unirnos a nosotras, claro. Lo hemos pasado muy bien ese rato aunque al final estábamos cansadas. Y para terminar, les hemos enseñado a bailar “la Macarena”, que es el baile al que siempre recurrimos, el “Aserejé” y la de “Yo tengo un tallarín…”. Aunque para hablar teníamos el mismo problema que en Nashik (no saben inglés) al final siempre hay comunicación. Hemos acabado la jornada rendidas. Al día siguiente tocaba misa en gujarati (el idioma del estado de Gujarat).

(21/07) La misa en gujarati ha sido corta y ha merecido la pena: todos los niños y niñas (ellas a la izquierda, ellos a la derecha) con sus uniformes y bien guap@s. La Iglesia no tiene bancos, así que nos sentamos en el suelo. Luego fuimos con Sister Casian a ver la escuela. Primero la de los más pequeños, el “Kindergarden”, con unos “mocos” guapísimos que en cuanto nos veían aparecer por la puerta se ponían de pie, y saludaban a la Sister entonando un “Good morning sister”. Se quedaban calladitos, mirándonos con curiosidad pero cara de susto.
Nos ha llamado la atención que apenas hay presencia de ONGs, las mayores labores sociales y humanitarias son llevadas a cabo por la Iglesia. Yo también me sorprendo, pero es así. Bueno, sí que hay que decir que había unos ordenadores donados o comprados por Manos Unidas, ONG que ya he escuchado mencionar en varias ocasiones como colaboradora en los proyectos sociales de la RMIs (Religiosas de María Inmaculada).
Luego hemos ido a ver la escuela superior, donde estudian los mayores, y su director, un hombre muy cercano y dispuesto, además de enseñarnos todo el colegio, clase por clase, nos ha estado contando cosas acerca de la India, de cómo es el sistema educativo y cómo ha mejorado mucho la igualdad en cuanto a posibilidad de acceso a la enseñanza para las niñas, y otros temas de la sociedad india. Era un señor muy expresivo, y en el corto rato que hemos estado hablando con él, nos ha transmitido su preocupación por encontrar financiación para su escuela, cómo aprecia y tiene siempre presente quién ayudó y ayuda (personas, instituciones, asociaciones caritativas…) en su proyecto, su verdadera vocación por la enseñanza, y su fe católica. Una persona admirable.
Después de comer hemos ido los las Hermanas a dos pueblos. La gente nos acoge de una forma increíble, como ya he contado, son muy hospitalarios y para ellos una visita, sobre todo si es de unas monjas con 5 cooperantes europeas, es algo importante. Por eso quieren causar buena impresión, y ofrecen té, pastas o cualquier cosa que tengan, a veces enseñan fotos (sobre todo de las bodas y de la familia)… Los niños al principio siempre parece que tienen un poco de miedo o vergüenza, pero al final siempre les puede la curiosidad y se nos acercan, respondiendo a nuestras sonrisas.
El hecho de visitar los pueblos es algo completamente diferente a lo que tenemos vemos y vivimos en Regina Pacis, esta es otra india: más auténtica, más primitiva, tradicional. Podemos ver cómo se vivía hace 100 años, pues poco ha cambiado (el tendido eléctrico, alguna moto y coche, y TV en algunas casas), pero los animales campan a sus anchas: vacas, búfalos, gallinas, perros…los niños van descalzos, las casas son de barro, todas las mujeres visten “sari”, no hablan inglés…
Mañana vamos a Delhi en tren, un viaje de 17 horas para el que estamos en “waiting list” (lista de espera) para la “sleeper class” (clase para dormir). Las Sisters están haciendo todo lo que pueden para intentar conseguirnos las camas en el tren, pero estamos en el puesto 19 o algo así… ¡No me quiero imaginar 17 horas de viaje sentada! Tenemos a todas las Hermanas de Bombay y de Gujarat rezando para que haya 19 bajas en la “sleeper class”, jaja.

(23/07) Ya estoy en Delhi tras la aventura del viaje, y bien descansada. Resulta que al final la Hermana que nos acompañó al tren habló con unos chicos que estaban en la “sleeper class” para que al menos nos dejara sentarnos allí (hasta que no fuera de noche no se bajarían las literas). Y éstos nos dejaron sentarnos encantados (si es que las Sisters tienen ojo para la buena gente, además del respeto que inspiran) y además nos ayudaron para conseguir camas. La verdad que al principio se montaron bastante lío. Estos indios son la leche. Uno de ellos nos pidió que le enseñáramos los billetes para ver cuál era nuestra situación. Pero claro, los de alrededor también querían colaborar y empezaron a debatir posibles formas de conseguir una cama. En cualquier caso nos dejaron claro que nos podíamos quedar ahí si no conseguíamos cama, más majos. Pasó el revisor e intentamos ver qué podía hacer por nosotras: esperar a la siguiente estación, nos dijo, que allí preguntaría a no sé quién. Los hombres con los que nos había dejado sentadas la Sister no se contentaron con la respuesta del revisor y empezaron a hacer gestiones. Al debate por cómo conseguirnos cama ya se habían unido unos cuantos más que estaban sentados cerca (no sabemos si por ayudar o por quitarnos de encima). Total, que al final conseguimos 3 camas para las 5 sobornando al revisor, y aun así nos salieron bien de precio, jaja. María Y Bea durmieron en una litera, Karen y Gabi en otra, y yo con las maletas en la restante. Parece ser que yo soy la que mejor he dormido (los tapones y en antifaz ayudan mucho).
Hemos llegado a Delhi a las 10.30h de la mañana, y allí nos esperaba Sister Meena que nos ha llevado a la casa de las RMIs. Después de comer hemos ido de turismo, con dos chicas de la residencia que se han ofrecido a acompañarnos (son dos chicas a las que por sorteo les ha tocado un viaje a España para la JMJ –Jornada Mundial de la Juventud, a la que acuden jóvenes de todo el mundo a ver al Papa-). Hemos montado en metro ¡y qué metro!. Sólo tiene 6 años, vamos, nuevísimo, muy limpio, y con aire acondicionado (lo nunca visto en el transporte público indio). Hemos visitado el Red Fort (Fortaleza Roja) y una mezquita (aunque esta por fuera ya que nos querían hacer pagar por entrar, además de ponernos unas ridículas capas de flores, y eso que yo iba bien tapadita).

La experiencia que voy a contar a continuación me avergüenza un poco, pero creo que tengo que tengo que publicarlo, para que no se deje de conocer esta realidad de la India: Por un lado están los “auto-rickshaw”s, que como ya expliqué son motos de 3 ruedas cubiertas, con un banquito detrás, y por otro lado, los auténticos “rickshaw”s, los que son una bici, pedaleada por un hombre. Dicho así puede parecer que no es algo tan escandalizador, pero sí lo es. Teniendo en cuanto el tráfico de una cuidad como Delhi, las cuestas, los coches, los camiones, y que un “rickshaw” de estos puede llevar hasta 4 personas, el esfuerzo físico del conductor es tremendo. Pues yo he montado en uno, y no me siento orgullosa. Si hubiera sido por mí no hubiéramos montado, para eso están los “auto-rickshaw”s, que aunque contaminan, por lo menos no hacen que un hombre de 30 años parezca que tiene 40, pero las 2 chicas indias que nos acompañaban en la tarde de turismo lo organizaron así para ir de un sitio a otro. Fui más consciente del gran sufrimiento del cuerpo de aquellos hombres cuando ví entre qué conductores íbamos a elegir (quién nos daba la tarifa más baja por el trayecto que queríamos hacer): eran hombres escuálidos, con un penoso aspecto, se percibía su envejecimiento prematuro… Y más triste aún fue cuando dos de ellos casi se pegaron porque uno había acordado llevarnos hasta la mezquita por 60 rupias, pero entonces apareció otro que habló con las chicas indias y dijo que nos llevaría por 50. No dije nada porque no quería tampoco ofender a las dos chicas que nos acompañaban. Este fue el primer trayecto en “rickshaw” pedaleado por un hombre, que me pilló por sorpresa. Al segundo, no pude más, y en vez de las 50 rupias que habíamos acordado con el hombre por el viaje, le di 100 (1€ y 40 céntimos aprox., de risa), intentando limpiar mi conciencia, después de haber sentido su fatiga pedaleando cuesta arriba cargando con el peso de nosotras 3 (María, una de las chicas y yo), el estrés de los coches que le pitaban porque querían adelantar al lento triciclo. La satisfacción del señor (porque era un señor…) no pudo ser mayor, nos dio la mano a la chica india (pensando que ella tendría algo que ver en esa generosa propina) y a mí. Para para más inri, yo iba montada en la parte de atrás, de espaldas, es decir, que veía todo el tráfico que nos seguía, y las caras de otros pedaleadores de “rickshaw”s, secándose el sudor con pañuelos, mirándome, cansados pero siempre curiosos ante una “blanquita”, y yo ahí, tan cómoda…Me sentí fatal y tuve que apartarles la mirada, para no sentir más el dolor en sus caras, y para que ellos no vieran las lágrimas cayendo por la mía.

En contraste con lo que acabo de contar, al día siguiente vino la visita al Taj Mahal, en Agra, una maravilla. Fuimos en una furgoneta muy espaciosa y con aire acondicionado. Tengo que decir que este “tour” nos lo organizaron las RMIs de la casa de Delhi, nosotras habríamos buscado algo más modesto y barato, pero ante la falta de conocimiento, ellas nos dijeron a qué hora pasarían a buscarnos, y el precio de la excursión. Comimos en un buffet de 5 estrellas con un americano que había contratado a la misma empresa para la visita al “Taj”. Venía sólo porque estaba en Delhi por negocios pero quería viajar. Después de comer (el “Taj” lo habíamos visto por la mañana), fuimos a ver el “Agra Fort”, una fortaleza con palacios de estilo árabe. Sobre las 5 emprendimos el viaje de vuelta a Delhi, el que duró casi 5 horas.
El último día en Delhi, que fue sólo por la mañana, lo dedicamos a hacer un poco más de turismo, visitando la Puerta de la India (un arco enorme) y el Parlamento. Después de comer volaríamos de vuelta a Bombay. Como anécdota: cuando ya teníamos los billetes para embarcar nuestro avión, la policía del aeropuerto empezó a indicar a todo el mundo que se dirigieran a la puerta número 8. Fuimos allí, confundidas, y luego escuchamos por megafonía que se trataba de una situación de emergencia. Yo, la verdad, me asusté. Me dije, “Ya está, un aviso de bomba. ¡Dios no quiero morir tan joven!”, jaja. Estuvimos esperando un rato, nos sentamos en el suelo, las chicas se pusieron a jugar a las cartas, pero yo me di una vueltita a ver si me enteraba de algo. Cuando ví a militares buscando en las papeleras y entre las macetas se me hizo un nudo en el estómago. No entendía porqué todo el mundo estaba tan tranquilo. Al de unos minutos, todo volvió a la normalidad y pudimos embarcar. La megafonía me aclaró “it was an exercise” (era un ejercicio, un simulacro). Pues vaya gracia.