fotos (de arriba hacia abajo): Sister Fatima con su hucha y chaleco reflectante, Maria, la abuelita adorable, varios "ganpatis" gigantes en la playa de Chowpaty antes de ser sumergidos, la basilica de Mount Mery, gente celebrando la inmersion de Ganesh en Chowpaty, y la Virgen de Mount Mery.
Domingo 11
Este día era el último día para los hindúes de estar con Ganpati, el dios elefante. A lo largo de este día, había que sumergirlo en las aguas de algún lago, río, o mar, como ya conté en la entrada anterior. Edurne y yo no quisimos perdernos el espectáculo que habría en la playa de Chowpaty, donde la mayoría de la gente lleva su figura para despedirla por todo lo alto. La playa estaba llena, había un importante despliegue policial, así como numerosas televisiones y radios de Mumbai. Nos fuimos moviendo con la masa, hasta llegar a la orilla del mar, donde muchas familias o grupos de vecinos empezaban a dejar las representaciones de sus dioses. Pero los más grandes y espectaculares ganpatis esperaban su turno al principio de la playa, para ser arrastrados hasta la orilla en sus estructuras con ruedas por varios hombres, que lo llevaban corriendo. Se hacía un pasillo delante, y a medida que pasaba, la gente seguía la gran figura corriendo. Se veían varios barcos mar adentro abandonando las figuras. Mucha gente estaba teñida de rosa o rojo, como tantos de los días desde el 1, cuando llevaban o traían al dios en camiones. Llovía un poco, “sirimiri”, que diríamos en Euskadi, pero la gente hubiera aguantado “calabobos” y el diluvio universal con tal de ver a su Ganesh sumergirse en las aguas del mar Arábigo. Edurne y yo nos pusimos “titas” a sacar fotos, fue muy divertido, hasta que quisimos salir cruzando por donde los elefantes gigantes (no había otra salida), donde se concentraba todo el mundo. Un poco de agobio, agarrar bien el bolso, empujar y ser empujadas y estábamos fuera. Tarde aprovechada, oyes.
Lunes 12
9 días antes del nacimiento de la Virgen, el día 8 de septiembre, se celebra la novena, nueve días es los que se va a misa todas las tardes y recordar la vida de María. Yo he ido con las niñas un par de veces. Se ponen sus mejores galas, el “white pouder” en cara y cuello (una especie de polvos de talco que les encanta), y se van en grupitos a coger sitio. El día 8 fue la gran fiesta, y les acompañé a la Iglesia de Our Lady of Glory, la del barrio. Pusieron ante el altar una tarta, que cortó una niña pequeña de la cual supuse también sería el cumpleaños ese día, y cantaron el “happy birthday to you”. Las misas católicas en la India y en Europa son casi iguales, pero hay pequeños detalles que marcan diferencias. Por ejemplo, a la hora de darse la paz los unos a los otros, no se dan la mano como nosotros, sino que se saludan a la forma india: juntando las palmas de las manos y agachando un poco el cuello. Luego, para comulgar, lo hacen en perfecto orden, primero los de los bancos delanteros, luego los de la segunda fila, y así sucesivamente. Al final de la misa, el cura no dice lo de “podéis ir en paz”, sino que se va y la gente se queda cantando una última canción.
Este día era el último día para los hindúes de estar con Ganpati, el dios elefante. A lo largo de este día, había que sumergirlo en las aguas de algún lago, río, o mar, como ya conté en la entrada anterior. Edurne y yo no quisimos perdernos el espectáculo que habría en la playa de Chowpaty, donde la mayoría de la gente lleva su figura para despedirla por todo lo alto. La playa estaba llena, había un importante despliegue policial, así como numerosas televisiones y radios de Mumbai. Nos fuimos moviendo con la masa, hasta llegar a la orilla del mar, donde muchas familias o grupos de vecinos empezaban a dejar las representaciones de sus dioses. Pero los más grandes y espectaculares ganpatis esperaban su turno al principio de la playa, para ser arrastrados hasta la orilla en sus estructuras con ruedas por varios hombres, que lo llevaban corriendo. Se hacía un pasillo delante, y a medida que pasaba, la gente seguía la gran figura corriendo. Se veían varios barcos mar adentro abandonando las figuras. Mucha gente estaba teñida de rosa o rojo, como tantos de los días desde el 1, cuando llevaban o traían al dios en camiones. Llovía un poco, “sirimiri”, que diríamos en Euskadi, pero la gente hubiera aguantado “calabobos” y el diluvio universal con tal de ver a su Ganesh sumergirse en las aguas del mar Arábigo. Edurne y yo nos pusimos “titas” a sacar fotos, fue muy divertido, hasta que quisimos salir cruzando por donde los elefantes gigantes (no había otra salida), donde se concentraba todo el mundo. Un poco de agobio, agarrar bien el bolso, empujar y ser empujadas y estábamos fuera. Tarde aprovechada, oyes.
Lunes 12
9 días antes del nacimiento de la Virgen, el día 8 de septiembre, se celebra la novena, nueve días es los que se va a misa todas las tardes y recordar la vida de María. Yo he ido con las niñas un par de veces. Se ponen sus mejores galas, el “white pouder” en cara y cuello (una especie de polvos de talco que les encanta), y se van en grupitos a coger sitio. El día 8 fue la gran fiesta, y les acompañé a la Iglesia de Our Lady of Glory, la del barrio. Pusieron ante el altar una tarta, que cortó una niña pequeña de la cual supuse también sería el cumpleaños ese día, y cantaron el “happy birthday to you”. Las misas católicas en la India y en Europa son casi iguales, pero hay pequeños detalles que marcan diferencias. Por ejemplo, a la hora de darse la paz los unos a los otros, no se dan la mano como nosotros, sino que se saludan a la forma india: juntando las palmas de las manos y agachando un poco el cuello. Luego, para comulgar, lo hacen en perfecto orden, primero los de los bancos delanteros, luego los de la segunda fila, y así sucesivamente. Al final de la misa, el cura no dice lo de “podéis ir en paz”, sino que se va y la gente se queda cantando una última canción.
Después del día 8, es tradición subir a la basílica de Mount Mery, en Bandra, durante 10 días. Yo fui ayer, lunes, con Sister Fátima, Sister Fleggy, y dos novicias, que iban a pedir dinero para la reparación de la Iglesia de nuestro barrio (de mío ya queda poco…). Quedamos a las 7 de la mañana y fuimos a la estación de Byculla a coger el tren. En Dadar hicimos trasbordo y bajamos en Bandra, donde montamos en un autobús que nos dejó a los pies de Mount Mery. No estaba muy alto, por el camino había muchos puestecillos que vendían figuras blancas en forma de pie, brazo, cabeza, estómago, y casi todas las partes del cuerpo, así como casas y representaciones de otras cosas por las cuales la gente pueda pedir. Es decir, si sufres del estómago, te compras un estómago de éstos y lo ofreces a la Virgen (a buenas horas se me plantea esta solución milagrosa para los problemas intestinales que sufrimos los extranjeros en la India).
Cuando llegamos a la basílica faltaban 10 minutos para que empezase la misa, así que pillé sitio nada más llegar. Las Sisters y las novicias también buscaron sitios estratégicos para pedir. Había monjas de muchas otras congregaciones. Después de la misa, me acerqué entre la marabunta de gente hasta aquella Virgen llena de flores, y vestida con telas finas y encajes de oro, puesta sobre un fondo lleno de pinturas de pasajes bíblicos y muy bien iluminado. Salí de la basílica y di una vuelta a ver si veía a las Sisters o a las novicias. No las encontraba, pero quería llevarles un zumo a cada una porque estar toda la mañana de pie con ese calor y no beber nada no puede ser bueno…Entonces vi una callejuela muy estrecha, que tenía al principio unos puestos de comida. Quise curiosear y me adentré (por experiencia el andar por calles estrechas y pobres en esta ciudad siempre es una aventura), llegando a la parte costera, donde había muchas casitas de gente muy humilde. Con mi palidez y mi cámara de fotos, no pude pasar desapercibida por mucho tiempo. Enseguida apareció la típica abuelita adorable, aburrida pero de buen humor, María se llamaba, que me habló y me quiso enseñar algunas cosas de esa pequeña zona de casuchas a las orillas de Bandra: la mezquita, un alto que tenía buenas vistas... Veía que yo sacaba fotos a todo, así que cuando me fui a despedir le entraron ganas de tener su minuto de gloria, y me pidió que le sacara una foto. Se reía cuando me lo pidió, como sorprendida por su atrevimiento, y porque los chavales que por allí vivían, (que se notaba que la querían mucho), nos estaban observando desde que ella había hecho de anfitriona del lugar.
Cuando deshice mis pasos, vi a Sister Fátima en una esquina de la Iglesia, con su hucha metálica y un chaleco naranja reflectante sobre el sari azul. Entonces fui a comprar 4 zumos, y les di uno a cada una. También eché propina a la hucha y me despedí. Finalmente, cogí un ricksaw hasta la estación y volví a Regina Pacis escuchando mi mp3 tranquilamente, como una lugareña más.
Cuando llegamos a la basílica faltaban 10 minutos para que empezase la misa, así que pillé sitio nada más llegar. Las Sisters y las novicias también buscaron sitios estratégicos para pedir. Había monjas de muchas otras congregaciones. Después de la misa, me acerqué entre la marabunta de gente hasta aquella Virgen llena de flores, y vestida con telas finas y encajes de oro, puesta sobre un fondo lleno de pinturas de pasajes bíblicos y muy bien iluminado. Salí de la basílica y di una vuelta a ver si veía a las Sisters o a las novicias. No las encontraba, pero quería llevarles un zumo a cada una porque estar toda la mañana de pie con ese calor y no beber nada no puede ser bueno…Entonces vi una callejuela muy estrecha, que tenía al principio unos puestos de comida. Quise curiosear y me adentré (por experiencia el andar por calles estrechas y pobres en esta ciudad siempre es una aventura), llegando a la parte costera, donde había muchas casitas de gente muy humilde. Con mi palidez y mi cámara de fotos, no pude pasar desapercibida por mucho tiempo. Enseguida apareció la típica abuelita adorable, aburrida pero de buen humor, María se llamaba, que me habló y me quiso enseñar algunas cosas de esa pequeña zona de casuchas a las orillas de Bandra: la mezquita, un alto que tenía buenas vistas... Veía que yo sacaba fotos a todo, así que cuando me fui a despedir le entraron ganas de tener su minuto de gloria, y me pidió que le sacara una foto. Se reía cuando me lo pidió, como sorprendida por su atrevimiento, y porque los chavales que por allí vivían, (que se notaba que la querían mucho), nos estaban observando desde que ella había hecho de anfitriona del lugar.
Cuando deshice mis pasos, vi a Sister Fátima en una esquina de la Iglesia, con su hucha metálica y un chaleco naranja reflectante sobre el sari azul. Entonces fui a comprar 4 zumos, y les di uno a cada una. También eché propina a la hucha y me despedí. Finalmente, cogí un ricksaw hasta la estación y volví a Regina Pacis escuchando mi mp3 tranquilamente, como una lugareña más.
Preciosa historia, la de perderte por entre calles, encontrar un personaje -la abuela- y acabar llevando refrescos a las sister que están pidiendo limosna. Lo que cuentas de las figuritas con forma de organos humanos se llaman exvotos y es una costumbre muy antigua usada también por la iglesia católica....Besitos. Papodonal
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