24/09/2011
fotos: enfrente de Aguada fort, y con Sister Severine en la playa de Colba.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNmGBXt4MKSwI_W2aszyCH3k2_7WMTro1nHe6V1C1a7yvG_XtAQD8-7nywdWLNxKQFTOVHDsQM_YZQ9XPJe7R8tgRWZwSSU21qCfI3vHeQThXc3LsZ6ZHTNw0k4tbWNEycrU4yZEaf_aA/s400/SAM_0005.JPG)
16 de septiembre
Ya estoy en Goa, finalmente sola, porque Ruth Y Karla no han podido venir debido a un problemilla en el tren de vuelta de Jaipur (han perdido el tren de vuelta y las Sisters están muy preocupadas). Goa es precioso, parece una selva, es muy verde y con unas casas de estilo portugués muy bonitas. Es como un pueblo grande. La casa de las Religiosas de María Inmaculada aquí se llama “Casa de Raquel”, y están 5: Sister Severin, Sister Rosi, Sister Rita, Sister Ignacia y Sister Ellen. La casa sólo tiene 3 años y está muy bien. No tiene internado ni colegio, es sólo hostel para chicas jóvenes, aunque las Hermanas también hacen otros trabajos con la comunidad.
Me ha venido a buscar Sister Severin, y hemos cogido un ricksaw hasta “Casa de Raquel”, hemos comido una pasta gratinada muy rica y luego hemos descansado hasta las 16.30, hora del té. Luego hemos ido Sister Rita y yo a la playa de Colba, y para llegar hemos tenido que andar y coger dos autobuses. Era una playa llena de palmeras, arena muy fina y clara, caribeña total. Hemos paseado por la playa, charlando y recogiendo conchas. La Sister ha aprendido a usar la cámara de fotos digital, que la pobre al principio no sabía. Ha sido un placer respirar aire limpio y puro, con olores a mar y a vegetación, con el ruido de las olas…lejos de la contaminada y ruidosa Bombay. Luego hemos ido, o mejor dicho, yo he ido y la Sister me ha acompañado, a ver puestecitos de tiendas y he comprado algunos regalitos de los que aun me faltan. Hemos vuelto otra vez en autobús. Cuando ya sólo teníamos que seguir andando hasta “Casa de Raquel” ha parado el mismo ricksaw que a la mañana nos había traído de la estación, y nos ha llevado de gratis, porque debe ser vecino. Además, a la Sister no les han hecho pagar en los autobuses. Ha sido una gran suerte porque justo empezaba a llover. Después de cenar he ido a ver el hostel, que tiene 40 chicas de diferentes partes de la India, y un grupito de afganas.
17 de septiembre
Hoy las Sister me han cogido el billete para hacer una ruta turística en autobús por el sur de Goa. Sister Severine me ha llevado en moto hasta donde se coge el bus Paulo. Me he sentado sola, y a mi lado luego se ha puesto un señor. Como el guía hablaba sólo hindi, éste me ha ido traduciendo lo más importante. Hemos visto los siguientes lugares: “Ancestral Goa”: una casa-museo de una familia portuguesa adinerada de hace más de 200 años, “Big Foot”: una piedra sagrada muy antigua donde se piden deseos, los templos hindúes de Shantadurga y Mangueshi, la Basílica donde se encuentra el cuerpo de San Francisco Javier, Santo patrón de Goa (también conocida como la Roma del este) y finalmente las playas de Doña Paula y Colva.
19 de septiembre
Aquí estoy, a falta de dos días para tener 23 años, en el Konkanian Express, de vuelta a Bombay después de 4 días en Goa en casa de las RMIs. Son las 17.30, y tengo 3 camas para mí: la mía más las de Ruth y Karla, que no están. Tengo enfrente a una chica gordita, de unos 26 años, india, pero que tiene un estilo “vasco” de vestir, curiosamente. Está sola, y parece triste porque antes la he visto llorar mientras sacaba mucho la cabeza por la ventana intentando disimular. De momento, no hay nadie más en nuestro bloque de camas (de 6). Voy escuchando música y pensando muchas cosas, entre otras, si me he dejado algo en “Casa de Raquel”, la casa de las RMIs en Margao (Goa). Lo comprobaré cuando deshaga la maleta. Inciso: acabo de darle un billete de 10 rupias a un eunuco, porque ayer leí sobre ellos en el libro “La ciudad de la alegría”, y me da mucha pena, además de que he entendido cómo llegan a ello, y la importancia y el respeto que se les da en la cultura hindú. Los eunucos son una casta formada bien por hermafroditas con rasgos físicos de hombre, o bien hombres afeminados que han sido castrados. En el nacimiento de un niño, los hindúes les contratan para que den su bendición al recién llegado, y nadie se atreve a regatearles por miedo a que la bendición no sea efectiva. Las mujeres de la familia tienen derecho a comprobar que son eunucos reales, es decir, que son castrados y no travestis.
Estoy muy contenta de haber venido a Goa, de haber conocido a las 5 Sisters de “Casa de Raquel”, y por supuesto, este lugar espectacular. Ayer, después de ir a misa en konkani (la lengua local) de 7 por la mañana en la Iglesia “Our Lady of Rosary” (“Nuestra Señora del Rosario”), que dicen que es la más grande de Asia, cogí otro bus turístico que me llevaría a conocer el norte Goa. Tuve mucha suerte porque casi lo pierdo: no habían cogido el teléfono en las oficinas de Paulo tours por la mañana, así que no sabíamos si habría sitio. De todas formas, Sister Severine me llevó en su moto (sí, la monja conduce una moto, y no creáis que le adelantaban precisamente, jaja) hasta donde salían los Paulo-buses. Llegábamos tarde, porque había empezado a llover mucho y paramos en casa de unos vecinos para resguardarnos. Allí Sister Severine y yo aprovechamos para coger al bebé de la casa en brazos, hacerle pedorretas, y esas tonterías que los adultos hacemos a los niños. Bueno, total que al final llegamos 5 minutos tarde (9.35) pero el bus aun no había salido, y además había sitio. Así que entré, y me topé con lo mismo del día anterior (cuando hice el tour por el sur): lleno de turistas indios, y todos hombres menos 3 mujeres, mayorcitas, que iban con sus maridos y sus hijos pequeños. Vamos, que otra vez iba a ser la “niña mimada” del autobús. Esta vez mis “protectores” fueron un grupo de 6 chavalitos de 21 años, que venían de otro estado del sur de la India, todos semianalfabetos de pueblo, menos el “ilustrado” del grupo, que hablaba inglés “more or less”. Al principio se me sentó al lado con la excusa de que yo le había preguntado a uno de sus amigos, que se sentaba delante de mí, si tenía el folleto de la ruta que seguiríamos, y éste, como no me entendió, derivó la consulta al “ilustrado”, que no tenía dicho papel, pero sí un montón de preguntas que hacerme y palique para rato. A mí no me apetecía nada hablar, tenía un sueño que me caía así que me puse los casco y aislada. Cuando bajamos en la primera parada, Aguada fort, Sagar, el ilustrado con nombre de fruta, me dijo “I’ll show you” y allí estuvimos sacando fotos y la verdad que fueron muy majos conmigo. La siguiente parada fue para comer, y me di cuenta de que sus amigos de la India profunda estaban alucinando conmigo; sabía porqué: en la India hay costumbres a la hora de comer, y verlas rotas todas a la vez es un shock. Por ejemplo, aquí se come sólo con la mano derecha (la otra se supone que se usa para limpiarse después de ir al baño), y se come con la mano, literalmente. Es increible la habilidad que tienen para hacer bolitas de arroz y comerlo con una sola mano sin que se les caiga un grano. Otra costumbre que rompí es la de beber el agua de las botellas a chorro, no a morro. Si lo intento seguro que me echo toda el agua por encima. Se echaban eructos y chupaban los dedos plácidamente, educados en la cultura india, guarros en Europa, mientras que yo cogía el pollo y cortaba mis trozos de chapati (torta de pan) con mi mano izquierda (soy zurda, qué le voy a hacer), y bebía a morro de mi botella de agua. Educada en Europa, una marciana cochina en la India. Las siguientes paradas fueron las playas de Vagatore y Anjuna, para finalmente parar por hora y media en la famosa playa de Calangute. Allí compré uno de los regalos que me faltaba pero que no voy a decir por si la persona para la que es lo lee, y después de un buen rato explicándole al vendedor que no podía comprar otro de esos artículos que me había gustado para mí (porque era de mejor calidad, y más caro, claro), y que los cajeros automáticos dan dinero a quién lo tiene (porque a mi “I don’t have money”, no paraba de contestarme “Go to ATM” -cajero-).
Mis protectores se decidieron a hacerse tatuajes de henna con dibujos horteras en los brazos, y yo estuve un rato riendo la gracia, pero luego me di cuenta de que un indio gordo y en “gayumbos” que estaba merodeando por allí no dejaba de mirarme descaradamente. Les dejé a mis protectores, que estaban en uno de sus mejores momentos del día haciéndose los tattoos, y huí del mirón a dar un paseo por la orilla. No me sentí menos observada, y atraje a un montón de vendedores insistentes a los que tuve que insistir aun más para que comprendieran mi negativa a comprar collares de conchas, tobilleras, hacerme una foto con una Polaroid, o tatuajes de henna en la mano. Entonces me crucé con un vendedor joven que antes me había ofrecido sus pulseras y collares, las mismas que tenían todos los vendedores de la playa de Calangute, pero que no había sido pesado. Me dijo con aire desenfadado “You still don’t want anything?”, vamos, a ver si había cambiado de opinión, y le dije amablemente que no. Caminaba en mi misma dirección, y ya empezó con el where are you from, first time in India y las típicas preguntas que nos hacen a los extranjeros. Era un pobre coitado, que me contó que de pequeño habían querido adoptarle ilegalmente unos suecos, pero que no pudo ser porque le pillaron sin pasaporte, y que llevaba desde los 16 años vendiendo ambulantemente en esa playa. Vaya historia. Como no, Lucía acabó comprándole una pulsera, aunque tengo que decir, que me la vendió y barata y es muy bonita. Nos separamos cuando dos señores le reclamaron para que les enseñara su mercancía. Espero que le compraran muchas cosas y que le vaya todo muy bien a este chico que podría haber sido un aburguesado ciudadano sueco pero que por desgracia será para siempre un indio con un duro trabajo, que no podrá ni soñar nunca con ir a Suecia .Volví al bus Paulo, hacía un calor abrasador, de hecho, me he quemado la cara y parte de los brazos. Lo último del tour fue un recorrido por el río en crucero, el Santa Mónica, por el que tuve que pagar 150 rupias extra. 0De vuelta, tuve una conversación con el ilustrado sobre las diferencias entre la cultura de Oriente y Occidente, el matrimonio, la religión, el ocio, la libertad…
El bus paró donde lo había cogido, al lado del mercado. Me despedí de mis 6 protectores, a los que tengo que mandar las fotos que les hice (que los probrecicos sólo tenían el móvil para sacar fotos). Ya estaba con las 100 rupias (Goa es muy caro) preparadas para el taxi, cuando unos señores que se habían bajado también del bus turístico quisieron ayudarme y le preguntaron a un conocido que tenía moto si sabía dónde estaba la casa de las monjas. El tipo lo sabía, y me cobraría 50 rupias (la mitad) por la carrera. Vamos, que se dedicaba a hacer de taxista ilegal. Pero parecía 100% legal, valga la redundancia, así que monté. Por si acaso ya tenía pensado tirarme de la moto si me llevaba por algún camino raro.
Llegué a Casa de Raquel y las monjas casi me dan palmaditas en la espalda por mi hazaña de haber vuelto por 50 rupias. Estaba exhausta, había hecho mucho calor y había andado mucho, más todas las horas de bus. Me dormí pronto.
Gracias por leerme. Subiré fotos cuando esté en el ciber. Espero vuestros comentarios. ¡Hasta muy pronto!
Lucía
Ya estoy en Goa, finalmente sola, porque Ruth Y Karla no han podido venir debido a un problemilla en el tren de vuelta de Jaipur (han perdido el tren de vuelta y las Sisters están muy preocupadas). Goa es precioso, parece una selva, es muy verde y con unas casas de estilo portugués muy bonitas. Es como un pueblo grande. La casa de las Religiosas de María Inmaculada aquí se llama “Casa de Raquel”, y están 5: Sister Severin, Sister Rosi, Sister Rita, Sister Ignacia y Sister Ellen. La casa sólo tiene 3 años y está muy bien. No tiene internado ni colegio, es sólo hostel para chicas jóvenes, aunque las Hermanas también hacen otros trabajos con la comunidad.
Me ha venido a buscar Sister Severin, y hemos cogido un ricksaw hasta “Casa de Raquel”, hemos comido una pasta gratinada muy rica y luego hemos descansado hasta las 16.30, hora del té. Luego hemos ido Sister Rita y yo a la playa de Colba, y para llegar hemos tenido que andar y coger dos autobuses. Era una playa llena de palmeras, arena muy fina y clara, caribeña total. Hemos paseado por la playa, charlando y recogiendo conchas. La Sister ha aprendido a usar la cámara de fotos digital, que la pobre al principio no sabía. Ha sido un placer respirar aire limpio y puro, con olores a mar y a vegetación, con el ruido de las olas…lejos de la contaminada y ruidosa Bombay. Luego hemos ido, o mejor dicho, yo he ido y la Sister me ha acompañado, a ver puestecitos de tiendas y he comprado algunos regalitos de los que aun me faltan. Hemos vuelto otra vez en autobús. Cuando ya sólo teníamos que seguir andando hasta “Casa de Raquel” ha parado el mismo ricksaw que a la mañana nos había traído de la estación, y nos ha llevado de gratis, porque debe ser vecino. Además, a la Sister no les han hecho pagar en los autobuses. Ha sido una gran suerte porque justo empezaba a llover. Después de cenar he ido a ver el hostel, que tiene 40 chicas de diferentes partes de la India, y un grupito de afganas.
17 de septiembre
Hoy las Sister me han cogido el billete para hacer una ruta turística en autobús por el sur de Goa. Sister Severine me ha llevado en moto hasta donde se coge el bus Paulo. Me he sentado sola, y a mi lado luego se ha puesto un señor. Como el guía hablaba sólo hindi, éste me ha ido traduciendo lo más importante. Hemos visto los siguientes lugares: “Ancestral Goa”: una casa-museo de una familia portuguesa adinerada de hace más de 200 años, “Big Foot”: una piedra sagrada muy antigua donde se piden deseos, los templos hindúes de Shantadurga y Mangueshi, la Basílica donde se encuentra el cuerpo de San Francisco Javier, Santo patrón de Goa (también conocida como la Roma del este) y finalmente las playas de Doña Paula y Colva.
19 de septiembre
Aquí estoy, a falta de dos días para tener 23 años, en el Konkanian Express, de vuelta a Bombay después de 4 días en Goa en casa de las RMIs. Son las 17.30, y tengo 3 camas para mí: la mía más las de Ruth y Karla, que no están. Tengo enfrente a una chica gordita, de unos 26 años, india, pero que tiene un estilo “vasco” de vestir, curiosamente. Está sola, y parece triste porque antes la he visto llorar mientras sacaba mucho la cabeza por la ventana intentando disimular. De momento, no hay nadie más en nuestro bloque de camas (de 6). Voy escuchando música y pensando muchas cosas, entre otras, si me he dejado algo en “Casa de Raquel”, la casa de las RMIs en Margao (Goa). Lo comprobaré cuando deshaga la maleta. Inciso: acabo de darle un billete de 10 rupias a un eunuco, porque ayer leí sobre ellos en el libro “La ciudad de la alegría”, y me da mucha pena, además de que he entendido cómo llegan a ello, y la importancia y el respeto que se les da en la cultura hindú. Los eunucos son una casta formada bien por hermafroditas con rasgos físicos de hombre, o bien hombres afeminados que han sido castrados. En el nacimiento de un niño, los hindúes les contratan para que den su bendición al recién llegado, y nadie se atreve a regatearles por miedo a que la bendición no sea efectiva. Las mujeres de la familia tienen derecho a comprobar que son eunucos reales, es decir, que son castrados y no travestis.
Estoy muy contenta de haber venido a Goa, de haber conocido a las 5 Sisters de “Casa de Raquel”, y por supuesto, este lugar espectacular. Ayer, después de ir a misa en konkani (la lengua local) de 7 por la mañana en la Iglesia “Our Lady of Rosary” (“Nuestra Señora del Rosario”), que dicen que es la más grande de Asia, cogí otro bus turístico que me llevaría a conocer el norte Goa. Tuve mucha suerte porque casi lo pierdo: no habían cogido el teléfono en las oficinas de Paulo tours por la mañana, así que no sabíamos si habría sitio. De todas formas, Sister Severine me llevó en su moto (sí, la monja conduce una moto, y no creáis que le adelantaban precisamente, jaja) hasta donde salían los Paulo-buses. Llegábamos tarde, porque había empezado a llover mucho y paramos en casa de unos vecinos para resguardarnos. Allí Sister Severine y yo aprovechamos para coger al bebé de la casa en brazos, hacerle pedorretas, y esas tonterías que los adultos hacemos a los niños. Bueno, total que al final llegamos 5 minutos tarde (9.35) pero el bus aun no había salido, y además había sitio. Así que entré, y me topé con lo mismo del día anterior (cuando hice el tour por el sur): lleno de turistas indios, y todos hombres menos 3 mujeres, mayorcitas, que iban con sus maridos y sus hijos pequeños. Vamos, que otra vez iba a ser la “niña mimada” del autobús. Esta vez mis “protectores” fueron un grupo de 6 chavalitos de 21 años, que venían de otro estado del sur de la India, todos semianalfabetos de pueblo, menos el “ilustrado” del grupo, que hablaba inglés “more or less”. Al principio se me sentó al lado con la excusa de que yo le había preguntado a uno de sus amigos, que se sentaba delante de mí, si tenía el folleto de la ruta que seguiríamos, y éste, como no me entendió, derivó la consulta al “ilustrado”, que no tenía dicho papel, pero sí un montón de preguntas que hacerme y palique para rato. A mí no me apetecía nada hablar, tenía un sueño que me caía así que me puse los casco y aislada. Cuando bajamos en la primera parada, Aguada fort, Sagar, el ilustrado con nombre de fruta, me dijo “I’ll show you” y allí estuvimos sacando fotos y la verdad que fueron muy majos conmigo. La siguiente parada fue para comer, y me di cuenta de que sus amigos de la India profunda estaban alucinando conmigo; sabía porqué: en la India hay costumbres a la hora de comer, y verlas rotas todas a la vez es un shock. Por ejemplo, aquí se come sólo con la mano derecha (la otra se supone que se usa para limpiarse después de ir al baño), y se come con la mano, literalmente. Es increible la habilidad que tienen para hacer bolitas de arroz y comerlo con una sola mano sin que se les caiga un grano. Otra costumbre que rompí es la de beber el agua de las botellas a chorro, no a morro. Si lo intento seguro que me echo toda el agua por encima. Se echaban eructos y chupaban los dedos plácidamente, educados en la cultura india, guarros en Europa, mientras que yo cogía el pollo y cortaba mis trozos de chapati (torta de pan) con mi mano izquierda (soy zurda, qué le voy a hacer), y bebía a morro de mi botella de agua. Educada en Europa, una marciana cochina en la India. Las siguientes paradas fueron las playas de Vagatore y Anjuna, para finalmente parar por hora y media en la famosa playa de Calangute. Allí compré uno de los regalos que me faltaba pero que no voy a decir por si la persona para la que es lo lee, y después de un buen rato explicándole al vendedor que no podía comprar otro de esos artículos que me había gustado para mí (porque era de mejor calidad, y más caro, claro), y que los cajeros automáticos dan dinero a quién lo tiene (porque a mi “I don’t have money”, no paraba de contestarme “Go to ATM” -cajero-).
Mis protectores se decidieron a hacerse tatuajes de henna con dibujos horteras en los brazos, y yo estuve un rato riendo la gracia, pero luego me di cuenta de que un indio gordo y en “gayumbos” que estaba merodeando por allí no dejaba de mirarme descaradamente. Les dejé a mis protectores, que estaban en uno de sus mejores momentos del día haciéndose los tattoos, y huí del mirón a dar un paseo por la orilla. No me sentí menos observada, y atraje a un montón de vendedores insistentes a los que tuve que insistir aun más para que comprendieran mi negativa a comprar collares de conchas, tobilleras, hacerme una foto con una Polaroid, o tatuajes de henna en la mano. Entonces me crucé con un vendedor joven que antes me había ofrecido sus pulseras y collares, las mismas que tenían todos los vendedores de la playa de Calangute, pero que no había sido pesado. Me dijo con aire desenfadado “You still don’t want anything?”, vamos, a ver si había cambiado de opinión, y le dije amablemente que no. Caminaba en mi misma dirección, y ya empezó con el where are you from, first time in India y las típicas preguntas que nos hacen a los extranjeros. Era un pobre coitado, que me contó que de pequeño habían querido adoptarle ilegalmente unos suecos, pero que no pudo ser porque le pillaron sin pasaporte, y que llevaba desde los 16 años vendiendo ambulantemente en esa playa. Vaya historia. Como no, Lucía acabó comprándole una pulsera, aunque tengo que decir, que me la vendió y barata y es muy bonita. Nos separamos cuando dos señores le reclamaron para que les enseñara su mercancía. Espero que le compraran muchas cosas y que le vaya todo muy bien a este chico que podría haber sido un aburguesado ciudadano sueco pero que por desgracia será para siempre un indio con un duro trabajo, que no podrá ni soñar nunca con ir a Suecia .Volví al bus Paulo, hacía un calor abrasador, de hecho, me he quemado la cara y parte de los brazos. Lo último del tour fue un recorrido por el río en crucero, el Santa Mónica, por el que tuve que pagar 150 rupias extra. 0De vuelta, tuve una conversación con el ilustrado sobre las diferencias entre la cultura de Oriente y Occidente, el matrimonio, la religión, el ocio, la libertad…
El bus paró donde lo había cogido, al lado del mercado. Me despedí de mis 6 protectores, a los que tengo que mandar las fotos que les hice (que los probrecicos sólo tenían el móvil para sacar fotos). Ya estaba con las 100 rupias (Goa es muy caro) preparadas para el taxi, cuando unos señores que se habían bajado también del bus turístico quisieron ayudarme y le preguntaron a un conocido que tenía moto si sabía dónde estaba la casa de las monjas. El tipo lo sabía, y me cobraría 50 rupias (la mitad) por la carrera. Vamos, que se dedicaba a hacer de taxista ilegal. Pero parecía 100% legal, valga la redundancia, así que monté. Por si acaso ya tenía pensado tirarme de la moto si me llevaba por algún camino raro.
Llegué a Casa de Raquel y las monjas casi me dan palmaditas en la espalda por mi hazaña de haber vuelto por 50 rupias. Estaba exhausta, había hecho mucho calor y había andado mucho, más todas las horas de bus. Me dormí pronto.
Gracias por leerme. Subiré fotos cuando esté en el ciber. Espero vuestros comentarios. ¡Hasta muy pronto!
Lucía
Pero qué buena historia y tan bien contada....y qué pasó con la chica que lloraba en el tren? Cuéntanos porqué lloraba...Ya se acerca el jueves...ya sabes que hay que dejar a tu madre y a tu hermana el sitio de recibirte en el aeropuerto. Pero yo estaré esperando poder darte en persona el abrazo que ahora te envío.
ResponderEliminarPapoceronte
¡ Feliz cumpleaños Lucía, con retraso eso sí !
ResponderEliminarNo te dan ocasión de aburrirte , ni siquiera las Sister ( motorizada Severine... ).
Besos , de un amigo COTIdiano de Papoceronte
Vaya fotos bonitas!! Qué gusto da verte tan sonriente y guapa. La sister Severine parece muy cariñosa. Qué bonito viaje a Goa.
ResponderEliminarUn abrazo
Papitogrillo